Si en versos yo te escribiera
por ese amor que tu sientes,
voy segura a las cimientes
de aquella tierra que fuera,
dueña de mi primavera,
cuna de mi adolescencia,
de aquellos cuya presencia
se evoca en la lejanía
recordando su alegría
plasmada en nuestra inocencia.
Santo Domingo tu herencia
brota en aquel que ha notado
que no existe un elevado
con tan bonita apariencia.
Calles, casas, inclemencias
de gente alegre y sencilla,
donde hay un pueblo que brilla
en medio de tres centrales
parques, paseos, triunfales
su Iglesia cual maravilla.
Enclavado allá en Las Villas
cada día fue creciendo
para irse convirtiendo
en centro de las mirillas.
Una mesa. cuatro sillas
donde juegan dominó,
la guitarra se afinó,
aquel que va en bicicleta
y el que empuja su carreta
al terreno que sembró.
Un sombrero que voló
muchos que juegan pelota,
otro que entre nota y nota
de pronto me recordó
cuando de niño jugó
en el parque de los chivos
donde montó tiovivos
y patines extrenó.
Ahora que lejos quedó
nuestra tierra villareña,
yo la recuerdo risueña
pues de mi no se apartó.
Y si alguien me pidió
que hablara de su cariño
porque el recuerdo de niño
en su alma se anidó,
en versos lo escribo yo
que ni lejos me destiño.