martes, 27 de mayo de 2008




Mi buen piano




Era aquel piano bueno entre los pianos


aquel amigo de las serenatas


aquel, que no miraba las erratas


cuando lo acariciaba con mis manos.


Tanto lo ansiaba con mis sueños sanos


que llegó sin saber hasta mi casa,


yo nunca tube que decirle pasa


porque lo perseguía como idiota


desde aquel día que escuché una nota


allá donde el sonido si traspasa.




LLegó hasta mi, como ferviente brasa


al son de inexplicables sentimientos


me dio entre teclas, risas y lamentos,


yo que de afecto estaba tan escasa.


Siempre fue aquel amigo que en mi casa


buscó el lugar exacto de la musa


fue el precursor de mi niñez intrusa


cuando la soledad solo reclama


el fiel lenguaje de su pentágrama


bajo el cortez saludo de una fusa.