Eres como un farol encendido que alumbra
el patio de mis recuerdos.
A veces camino sobre aterciopelados mosaicos que me besan.
Los tejados mustios, cantan abrazados a una guitarra en medio de la noche.
Matinales toques en el campanario
anuncian la resurrección de un nuevo día.
Las damas atraviesan el umbral del parque hacía la iglesia mientras
los caballeros andantes recorren historias
sobre sus llorosos bancos.
Las aceras rumoran, de puerta en puerta.
Las tiernas amapolas cuelgan en los jardines del pasillo.
Hoy, el aljibe, evocó mi niñez como un espejo,
y yo corrí, como una mariposa silvestre calle abajo
para llegar a la cañada donde me aguardaba el quejido
de una vieja bicicleta.
El caserío perpetua aquella melena rubia, suelta,
que batía la brisa camino al riachuelo.
Todos se saludan. Las campanas vuelan anunciando la media noche.
Hay un parco silencio. El pueblito duerme.
el patio de mis recuerdos.
A veces camino sobre aterciopelados mosaicos que me besan.
Los tejados mustios, cantan abrazados a una guitarra en medio de la noche.
Matinales toques en el campanario
anuncian la resurrección de un nuevo día.
Las damas atraviesan el umbral del parque hacía la iglesia mientras
los caballeros andantes recorren historias
sobre sus llorosos bancos.
Las aceras rumoran, de puerta en puerta.
Las tiernas amapolas cuelgan en los jardines del pasillo.
Hoy, el aljibe, evocó mi niñez como un espejo,
y yo corrí, como una mariposa silvestre calle abajo
para llegar a la cañada donde me aguardaba el quejido
de una vieja bicicleta.
El caserío perpetua aquella melena rubia, suelta,
que batía la brisa camino al riachuelo.
Todos se saludan. Las campanas vuelan anunciando la media noche.
Hay un parco silencio. El pueblito duerme.